viernes, 10 de julio de 2015

Sentimientos, emociones y sensaciones encontradas

CRÓNICA III TRAIL DOBRES Y CUCAYO 2015


Hay momentos difíciles que tenemos que afrontar, duros golpes que nos harán caer. Pero dicen que a veces hay que caer para volver a levantarse y ser más fuertes, que está permitido el caerse pero obligatorio el levantarse, que incluso la mejor parte de tropezar es levantarse, que antes de volver a nacer tienes que morir.




22 de febrero de 2015, Estación Invernal de Valgrande Pajares, Campeonato de Asturias de Esquí de Montaña. Último tramo de bajada antes de la llegada a meta entre una espesa niebla. Se unen mala visibilidad y alta velocidad. Se dieron todos los ingredientes para que me despistara, me saliera del recorrido marcado y me precipitara por una especie de talud sufriendo una dura caída. Tras lograr levantarme con la cara algo ensangrentada, colocarme los esquís y retomar el recorrido correcto, fui capaz de llegar a meta. Fue quitarme los esquís y comenzar a caminar y sabía que algo no estaba bien en mi tobillo derecho. No era capaz de aguantar mi peso al caminar. Lo que debería haberse quedado en un susto, tras las exploraciones médicas de urgencias, se diagnosticó fractura del maleolo tibial del tobillo derecho, desgarro parcial del tendón de Aquiles de esa misma pierna y un esguince cervical.


Instantes posteriores a la lesión sufrida. Mi cara lo dice todo.

Desde aquel día han pasado ya más de cuatro meses y, aunque evité el paso por el quirófano y la fractura teóricamente ha soldado bien, las molestias que sigo arrastrando han hecho que el traumatólogo me mandara hacerme la semana pasada una Resonancia Magnética para descartar otras posibles lesiones no observadas con antelación en partes blandas del tobillo. El resultado, pues aparte de la línea de fractura del maléolo tibial en fase de consolidación, se observa, literalmente “edema óseo por microfractura trabecular con engrosamiento del ligamento tibio-astragalino posterior, así como defecto condral en vertiente anterior de la meseta tibio-astragalina con edema óseo por exposición del hueso subcondral a nivel de tibial anterior”. Traducido al román paladino, la fractura va consolidando correctamente pero hay signos agudos de sufrimiento óseo y falta de cartílago a nivel de la articulación debido al fuerte trauma sufrido en la caída con lo cual me roza hueso con hueso y, seguramente, a expensas de nuevo diagnóstico esta misma semana, sea lo que me provoque las molestias.



Ante éste panorama, y después de unas semanas de inmovilización y rehabilitación tras producirme la lesión, mis entrenamientos estos meses han sido mínimos y se pueden acotar a bicicleta de carretera, caminar por el monte e intentar correr pero con las consiguientes molestias que arrastro. Pero bueno, como el tema del cartílago no tiene solución si no es previo paso por quirófano o con infiltraciones de factores de crecimiento plaquetario puesto que no se regeneran solos y, como es muy probable que las mejores decisiones no sean fruto de una reflexión del cerebro sino del resultado de una emoción, pues me animé a volver a uno de los sitios que el año pasado me habían encantado por el paraje por donde discurre, y por la gente que lo organiza con algunos de los cuales he coincidido en algunas otras carreras. Fue unos días antes de disputarse la Travesera de éste año cuando Iván Cuesta, cabeza visible de la organización de la carrera, me comentó que me animara a volver a correr en Dobres y Cucayo y no tuve mucha duda de que era el momento de volver a intentarlo.


Cucayo al fondo

Así que ahí nos plantamos, de nuevo en el Valle de Liébana, de nuevo en Dobres y Cucayo, de nuevo en nuestros majestuosos Picos de Europa. No voy a describir la orografía del lugar puesto que en mi crónica del año pasado queda fehaciente la maravilla de sitio que es y animo a todo el mundo que le guste la montaña a hacer una visita por la zona, no os defraudará, os lo aseguro. Nada más llegar a Cucayo el sábado por la tarde me reencuentro con otro tipo de los que vale mucho la pena tener cerca, Rubén Solís, para que todos le pongáis cara, el demonión de Nembra que iba a amenizar como el solo sabe todo el cotarro. Junto a él estaba Fran Piñera al cual tuve el gusto de conocer en persona y compartir comida el año pasado en la Resistencia Reino Astur de Nembra. Charlamos un rato y nos vamos a tomar algo, junto con nuestras respectivas, antes de cenar.



La charla es muy distendida y relajada. Fran es un tipo con una mentalidad de la vida y del deporte diferente al resto de la gente que compite en carreras por montaña. Su forma de ver la montaña es única y le admiro por ello. Como bien dice Rubén, para bien o para mal, que eso nunca se sabe, con otra mentalidad más competitiva quién sabe hasta dónde podría llegar este prodigio de deportista. Nos despedimos hasta la mañana siguiente y nos vamos a descansar.



Es raro, pero los nervios que suelo tener horas antes de una carrera no aparecen esta vez y eso que llevo desde enero, cuando corrí la Transcandamia, sin ponerme un dorsal. Quizás el marcarme como objetivo únicamente salir a disfrutar y sobre todo, intentar no tener muchas molestias, coger confianza en los tramos técnicos e intentar acabar dignamente, hace que mi mentalidad sea diferente esta vez.



Me despierto un par de horas antes de la salida, desayuno consistente y voy caminando con Estrella desde Dobres, dónde hemos dormido, hasta la salida en Cucayo. Recogemos los dorsales ya que ella también va a correr y, como quién no quiere la cosa, estoy ya entrando en el “corral” para el control de dorsales. El demonión, micrófono en mano, dice mi nombre y comenta que se alegra de volver a verme de corto después de la grave lesión que sabe que he tenido. Y como se que lo dice de corazón, gestos así se agradecen y por eso se hace querer tanto y siempre es un placer coincidir con él.


Instantes previos a la salida

Mi colocación en la salida tampoco es la habitual, me relego a la tercera fila aproximadamente. Apenas he corrido más de una hora seguida desde hace prácticamente 7 meses y sobre todo con muy poco desnivel y tecnicidad y por tanto hoy iba a tocar sufrir ya que, aunque mi idea era terminar la carrera y disfrutar, siempre que salgo en una carrera intento dar lo mejor de mí y ese esfuerzo sabía que lo iba a pagar. Pero no importaba, estar delante de esas montañas dentro de ese valle y volver a sentir esa libertad ya era premio suficiente.



La prueba, de 22 kilómetros de recorrido y 3.000 metros de desnivel acumulado, con salida y llegada en la localidad de Cucayo, nos reúne a 250 corredores y, entre ellos, los integrantes de los equipos participantes en la Trail Series Cantabria de la cual forma parte esta carrera. Justo antes de salir saludo a unos cuanto corredores, entre ellos a Diego Díaz, flamante vencedor de la pasada Traveserina de la cual pude disfrutar como espectador (otra que queda apuntada para siguientes citas) y nos disponemos a tomar la salida. El día parece que acompaña, la temperatura la idónea para correr aunque quizás algo de humedad para mi gusto. La niebla comenzaba a meterse a media altura.


Primeras rampas de la carrera

Desde la salida hay un continuo ascenso de ocho kilómetros desde los 936 metros de Cucayo, hasta los 2.000 metros del Pico Pumar. Según se sale del pueblo, comienzan las primeras rampas con fuerte desnivel que te obligan ya prácticamente a subir caminando. En estos primeros compases ya se va formando el grupo de cabeza del cual saldría, al final de la prueba, el ganador. En este caso Fran, como era previsible. Intento ir a mi ritmo y logro colocarme entre los diez primeros en estos primeros metros de carrera. Por ahora parece que el cuerpo iba respondiendo y el tobillo no molestaba mucho (el aparatoso vendaje que llevaba también ayudaba algo). Me pongo a rebufo de Marcos que se que el año pasado salió conservador y fue ganando posiciones poco a poco llegando a conseguir la victoria en la prueba. Me digo a mi mismo que trataré de seguir su estela si puedo los primeros kilómetros hasta el primer avituallamiento. Pero tras unos cientos de metros veo que hoy realmente no va. Voy detrás de él pero el ritmo que lleva me resulta demasiado cómodo, algo le ocurre. Decido pasarle y seguir a mi ritmo el resto de la subida.


Dobres y Cucayo al fondo

Los primeros imprimen un ritmo fuerte desde las primeras rampas y poco a poco se van distanciando. Me voy adentrando en la niebla que comenzaba a cubrir el recorrido y, tras pasar el primer avituallamiento del km 4,5 ya voy en solitario intentando dosificar esfuerzos. Cuando se gira y se deja el camino para divisar el Pico Pumar, la niebla desaparece tras nuestros pasos y ya observo, subiendo por la ladera, a el grupo que va por delante con los Piñera, de la Sen, Díaz Pando y compañía. Había calidad en ese grupeto. 
 
"Esos locos que corren..." se dicen los mastines
Comienzo la ascensión, trato de coger una cadencia cómoda, si hablar de comodidad es posible, y tras unos minutos de prácticamente subir manos en las rodillas llego a lo alto del Pico Pumar. La visión desde este punto es de las que quita el sentido. El mar de nubes que tenemos a nuestros pies es una delicia digno de pararse unos segundos a disfrutar de este espectáculo, y así lo hice.


Mar de nubes a nuestros pies, una auténtica maravilla

Subida al Pico Pumar

Comienzo el descenso hacia los Llaos, lugar donde se encuentra un nuevo control y avituallamiento. Llevamos 10 km aproximadamente y ya noto que las piernas y mis cuádriceps no están frescos, como era de esperar. Durante este tramo de bajada, y como en prácticamente todas las bajadas, me pasan 2 corredores justo antes de parar a repostar. Me lo tomo con tranquilidad, bebo mucho líquido, como algo de plátano y comienzo una zona de continuos sube y baja por estrechos, profundos, sinuosos y técnicos senderos. Al igual que el año anterior, se me atraganta bastante esta zona ya que hay que hacer muchos quiebros rápidos y aún los apoyos con mi tobillo no son muy seguros. Llego al paso del río y me detengo a beber un poco y a refrescarme. Problemas con los permisos medioambientales habían anulado la posibilidad de más avituallamientos desde el km 9,5 hasta la meta y necesitaba hidratarme para evitar posibles problemas de calambres que suelo sufrir por la enorme sudoración que tengo y más aún cuando hay tan alta humedad.




Comienza uno de los dos muros de la carrera en el cual salvamos 200 mts de desnivel en apenas medio kilómetro. Me va tocando sufrir, es un tramo duro pero, cómo siempre, voy disfrutando y el tobillo parece que no va molestando demasiado. Me pasa Manuel Relea, ¡esta gente de Liébana van como tiros!. Corono y desciendo campo a través hasta que comienza una nueva subida, esta vez al Pico Casanzo. La niebla vuelve a hacer acto de presencia en este tramo con incluso zonas de muy baja visibilidad donde había que tomar precauciones para no despistarse uno del trayecto correcto aunque la buena señalización por parte de la organización es de agradecer cuando se dan este tipo de condiciones. Intento seguir la estela de Álvaro Gómez que ha llegado a mi altura, otro lebaniego que se conoce el trayecto al dedillo y se que detrás de el no tengo perdida. Pero poco a poco voy perdiendo comba, va más fuerte de lo que puedo aguantar a estas alturas de la carrera.

Subiendo al Pico Casanzo

Ya no queda nada” me digo a mi mismo mientras se me escapa una sonrisa. Nos resta un precioso descenso entre helechos y hayas hasta que se coge la pista que da acceso a Cucayo. Las piernas ya no responden, los calambres han comenzado a hacer acto de presencia desde el km 16 pero me da igual, ya me voy dejando caer por las laderas disfrutando al máximo de mi regreso a la montaña. 
 
Último descenso antes de llegar a meta
Últimos kilómetros, ultimas zancadas, se me van pasando por la cabeza todos estos meses de atrás, repaso mentalmente todos los buenos y malos momentos vividos y sin darme cuenta estoy dentro de las vallas de meta siendo jaleado por la gente del pueblo, chocando la mano con todos los niños que han ido también a disfrutar de este día y apretando el puño como gesto de rabia y satisfacción. Al fondo, el arco de meta y Rubén dedicándome unas bonitas palabras que incluso llegan a emocionarme.



Leegada a meta con el Demonión recibiéndonos


He llegado. Si el año pasado me quedaba con la espectacularidad de la prueba, sobre todo de aquello que no se puede medir y que son aspectos intangibles qué sólo en persona se pueden valorar realmente, este año tengo que sumarle la satisfacción personal de haber regresado pero sobre todo de volver a disfrutar, deleitarme y gozar de la montaña. El puesto era lo de menos, el tiempo empleado daba igual, las malas sensaciones físicas no importaban y las molestias del tobillo pasaban a un segundo plano. Eran las emociones las que en este momento lo llenaban todo.


Estrella "escalando" uno de los muros de la carrera


Mientras espero a que llegue Estrella a meta charlo distendidamente con la gente de Liébana y con Rubén. Me apena no poder disfrutar este año en su casa de la Resistencia Reino Astur en Nembra ya que es otra de esas carreras para repetir uno y otro año, otro sitio espectacular dónde los haya, pero mi físico y mi tobillo no están preparados actualmente para meterse los 42 km y 6.000 mts de desnivel acumulado que depara el recorrido. La próxima edición, a por ello…


Si los sentidos se quedaban cortos para describir sensorialmente lo vivido en la pasada edición, este año las emociones lo embargan todo. A partir de ahora no se lo que me depara el futuro. Esta semana tengo que volver al traumatólogo para que acaben de diagnosticarme exactamente la dolencia y tomar la decisión que creamos conveniente. Por eso no voy a plantearme nada a corto plazo, aunque tengo en cartera varias carreras que me gustarían disputar, sobre todo la MDS en Somiedo que se me atragantó el año pasado y poder debutar en una de las carreras por excelencia de la provincia de León, Villalfeide-Polvoreda antes de irme de vacaciones.



No des vueltas al pasado, pues no lo puedes cambiar, que no te agobie el futuro, pues no sabes si llegará, disfruta del presente, no lo dejes escapar, porque cuando se vaya, jamás volverá




1 comentario:

  1. Me alegra ver que ya puedes empezar a disfrutar de lo que más te gusta, pronto volverás a estar con los mejores

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